jueves, 24 de octubre de 2013

Crónica del paro en Iztacalco contra la reforma educativa

Jueves 24 de octubre de 2013.


El frío calaba como si ya fuera diciembre, pero los padres de familia, cálidos, cumplieron su palabra. Padres, que no maestros, cerraron escuelas  primarias en la colonia Agrícola Pantitlán bajo una demanda neurálgica: educación pública y gratuita. El paro lo habían convocado padres de familia organizados de las delegaciones Xochimilco, Iztapalapa, Tláhuac e Iztacalco.

Minutos antes de las 8:00 la escuela José López Portillo, ubicada en avenida Guadalupe y Calle 5, estaba ya resguardada por algunas madres de familia que impedían el paso y le informaban a quienes no recibieron la noticia del paro. Un jefe de familia que llegó con dos niñas recién se enteraba, sin embargo se dijo consciente de la situación que conlleva la reforma educativa y externó su aprobación.

Aunque eran pocas, no más de diez, las madres de familia de la escuela López Portillo se mostraban entusiastas y bromeaban, “sí estamos organizando cómo no vamos a salir en la foto”, decían cuando posaban a la hora de capturar imágenes. La abrumadora mayoría de quienes participan de este movimiento social emergente son mujeres, madres preocupadas porque la educación de sus hijos siga siendo gratuita.

En la Calle 6 de la misma colonia, afuera de la primaria José Rubén Romero, otro grupo de madres un poco más numeroso también había tomado la escuela, unas 15, entre ellas un par de padres. Ahí hubo algunas complicaciones puesto que, según nos informaron, algunos padres inconformes con el paro intentaron romperlo. Sin embargo el apoyo era mayoritario, quienes no sabían se sumaban al enterarse que en pocos meses podrían pagar gastos que antes el Gobierno cubría.

La maestra Ana imparte clase al primer grado de esa primaria; estaba con los padres que tomaron la escuela, afirma que su razón para unirse es ser madre de un niño que cursa el preescolar. Denunció las irregularidades de la reforma educativa y resaltó que personalidades académicas como Hugo Aboites hayan señalado las limitaciones y las trampas de la reforma educativa que, según el investigador, dejará al 70 por ciento de los jóvenes sin oportunidades de escuela. Mientras Ana hablaba, un grupo de maestros permanecía a la expectativa en la acera de enfrente.

A varias cuadras de allí, en la primaria Augusto César Sandino, ubicada en la Calle 3 y Avenida de la Unión, un grupo mucho más nutrido de padres, alrededor de 30, había cerrado el paso vehicular frente a la entrada de la escuela: coreaban “no a la reforma”. El cierre de la Calle 3 se prolongó desde las 6:00 hasta las 9:30 de la mañana.

El grupo de madres de la escuela Sandino era el más aguerrido de las tres escuelas en las que hubo oportunidad de estar. Ahí una joven madre mostraba en su celular una fotografía de un reci
bo de luz por 21 mil 123 pesos, mismo que había vencido el 30 de septiembre. Decía que en escuelas de Tláhuac ya les están cobrando el servicio eléctrico.

No se limitaban a lo educativo sus protestas, también denunciaban la inoperancia de sus representantes políticos y señalaban el mal uso de recursos públicos; hacían énfasis en que si tuvieran para pagar por la educación de sus hijos, los hubiesen metido a una escuela privada: “ahora ya empezaron desde la primaria a poner trabas, antes era en la preparatoria”, denunciaba una señora.

La movilización de los padres de familia fue preventiva y deja en claro que no están dispuestos a permitir la privatización de la educación bajo la figura legal de la autonomía de gestión.

Por la tarde, a las 16:00 horas tuvo lugar una movilización que marchó de El Caballito al Senado de la República. Alrededor de 200 padres de familia apoyados por profesores de las secciones I, X y XI, quienes mostraron su repudio a la reforma educativa y dejaron una carta a sus representantes legislativos. Además de las delegaciones convocantes, se sumaron algunos padres de la Cuauhtémoc y la Magdalena Contreras.

De forma lamentable, como es ya tristemente común en esta ciudad, la manifestación pacífica terminó encapsulada y más tarde reventada por el cuerpo de granaderos; la violencia alcanzó a niños y madres de familia ante la irracional agresión de la policía capitalina, que parece ser la única respuesta del GDF a las inconformidades de los ciudadanos.


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