sábado, 14 de septiembre de 2013

“¡Con el pueblo muy chingones, con el narco maricones!”


Salí de Metro Isabel La Católica minutos antes de las 16:00 horas, el plan era tomar una Ecobici y trasladarme hasta la Biblioteca Vasconcelos. Justo antes de abandonar el Metro veo un mensaje de una amiga: “No te acerques al centro, cuídate mucho, van a satanizar parejo, como siempre “.  Segundos después pude ver una valla de granaderos cerrando el paso al Centro; comprendí: los maestros estaban siendo desalojados; preferible que no hubiera testigos.

La tarde era fría, oscura, como presagiando la acción represiva que tendría lugar en unos minutos. Al no poder acceder por la bicicleta caminé sobre Arcos de Belén y me di cuenta que todas las calles que daban al Centro estaban cerradas. Había camionetas de la Policía Federal y autobuses que trasladaban a más federales, así pude constatarlo a ver a una oficial por una ventanilla.

Llegué a Eje Central y me sorprendió ver que a justo frente a la Plaza Vizcaínas tenía lugar un insólito partido de futbol, con todo y equipo descamisado, además de tribuna vociferante en las aceras. No faltó el impertinente que quiere cobrar por las fotografías de un juego que no protagoniza, mientras se embriaga en vía pública con una pared de granaderos al fondo.

Al cruce con República de Uruguay, una joven rompe en llanto ante el portentoso despliegue de seguridad, también ante la indiferencia de gente que deambula como si no ocurriera nada detrás de aquellos muros humanos; “pinche loca”, murmura una señora. Sus lamentos parecían haber invocado a Tláloc; millones de finas lágrimas hacían ataques kamikaze contra la ciudad.

El clima era de tensión cuando el cruce de Eje Central y Venustiano Carranza la valla de granaderos empezó a gritar a los peatones que abrieran paso. Un grupo de mujeres que iba llegando por el norte  gritaba: “¡Con el pueblo muy chingones, con el narco maricones!”. A unos metros se veía venir un contingente de maestros, algunos cargaban cobijas, palos y otras pertenencias; muy pocos iban encapuchados.

Algunos ciudadanos, minutos antes temerosos o indiferentes, comenzaron a echar gritos de apoyo: “CNTE, escucha, el pueblo está en tu lucha”, “maestro, amigo, el pueblo está contigo”. Los profesores dejaban una estela de impotencia y rabia en su camino; ya comenzaban a dar vuelta al sur, como queriendo arruinar la cascarita que se jugaba a un par de cuadras. No pocos levantaban su brazo al cielo. Algunos no pudieron contener las lágrimas.

No continué el camino que llevaban los maestros, me fui en sentido contrario, hacia Bellas Artes, donde también granaderos impedían el paso. Busqué unas tomas abiertas desde el edifico de Sears justo cuando el ambiente se puso más denso. Un grupo de manifestantes -varios con el rostro descubierto- lanzaba objetos a los policías. Minutos después vino el contraataque, pero no buscaban quien se las hizo, sino quien se las pague.

Se acercaban en grupo, parecían una grotesca masa que devoraba manifestantes y ciudadanos por igual, llevaban palos y macanas, también usaron un extintor para dispersar a los transeúntes. Un reducido grupo les hacía frente y arrojaba piedras, palos y otros objetos, sobresalía que varios no se cubrían el rostro.
Una de las cosas que más llamó la atención fue el ingreso de casi dos docenas de camiones de mudanzas, cerrados, que se desplazaban sobre avenida Juárez y doblaban en Eje Central. No sé a dónde se dirigían ni qué contenían, pero parecía por demás extraño que fueran custodiados por policías en su avance, aún cuando el tránsito estaba cerrado. En ese momento un grupo de ciudadanos y manifestantes comenzaron a gritarles “¡asesinos!”, luego vinieron más agresiones y algunas detenciones con lujo de violencia por parte de los uniformados.

En la terraza en la que estaba platiqué con una señora española mientras los eventos sucedían, decía que estaba pasando lo mismo de 1968 y reconoció ser familiar lejano del expresidente Echeverría, situación que no le causaba orgullo.

Las agresiones y detenciones se extendieron por varios minutos, fue hasta casi las 19:00 horas cuando se abrió esa esquina a la circulación, después de que el cerco policíaco parecía que no terminaría de extenderse cada vez más. Los helicópteros sobrevolaban a poca altura y no dejaron de pasar en toda la tarde. La llovizna se mantuvo y el sol nunca hizo presencia.


Ya al atardecer los maestros se reagruparon en el Monumento a la Revolución, unos más se fueron a la ENAH y otros tantos regresaron a sus lugares de origen a la espera de una línea de acción. La solidaridad de los capitalinos no se hizo esperar, antes de la medianoche ya se habían improvisado centros de acopio en el Monumento a la Revolución y la gente llegaba con víveres y ropa para soportar la noche lluviosa. El destino es incierto.

Amafra.

Videos:





sábado, 7 de septiembre de 2013

El carnet no hace al periodista





“La verdad es propiedad de la sociedad;
no es ni del periodista, ni del medio”.
Javier Darío Restrepo,
(El zumbido y el moscardón. Taller y consultorio de ética periodística).


México es el país más peligroso para ejercer el periodismo, aún por encima de países que atraviesan un conflicto bélico. Así los destacan organizaciones internacionales como Artículo 19 o Amnistía Internacional.

Habitamos un país donde las oportunidades de empleo son escasas y ampliamente competidas; lejos está una de las promesas de la campaña presidencial de Enrique Peña Nieto: “más empleos y mejor pagados”. 

Debido a ello, muchos colegas nos vemos obligados a realizar nuestra labor de forma independiente. Esto por una parte tiene una ventaja al poder presentar los hechos sin tener que seguir una línea editorial y sin la decepción de no ver publicado un trabajo que se consideraba importante, pero por otro lado se convierte en una vulnerabilidad al máximo cuando se es víctima de una agresión en el ejercicio de la profesión.

Cuando un periodista independiente sufre una agresión queda en la indefensión momentánea al no tener el respaldo de una empresa. Afortunadamente existen organizaciones que trabajan por defender los derechos vulnerados y pueden entrar en acción para defender a periodistas agredidos, como fue el caso de la Liga de Abogados 1º de Diciembre que se moviliza para liberar a encarcelados de forma arbitraria, sean o no periodistas. Y tanto como la Liga, la familia, los amigos, los conocidos y desconocidos solidarios, las verdaderas organizaciones defensoras de derechos humanos fueron clave para detener una encarcelación injusta. 

Por otra parte, los periodistas que trabajan en medios de información masiva no gozan de la garantía de ser inmunes a los ataques: Reporteros Sin Fronteras registra en lo que va del año la muerte de Alberto López Bello y de Jaime Guadalupe González Domínguez. Existen casos como el de Regina Martínez, dónde a pesar de las denuncias sobre la responsabilidad de fuerzas de seguridad en su asesinato, la característica es la impunidad.

El pasado 1º de septiembre varios periodistas, principalmente independientes y de medios libres, fueron agredidos e incluso encarcelados arbitrariamente. Al ver la información al respecto destaca que a varios colegas independientes se les escamotea el derecho a llamarse periodistas por no pertenecer a una organización, al menos los de medios libres cuentan con una acreditación que los respalda.

Lo más lamentable de todo es que incluso en el mismo gremio existe el descrédito hacia los periodistas independientes, como ejemplo está el texto de Ulises Castellanos en su blog de Milenio, quien diferencía entre “fotoperiodismo formal” y “los llamados fotógrafos independientes” (http://blogs.milenio.com/node/5008).

Ante esto me cuestiono si se le puede llamar formal a un medio como el diario Reforma, que saca en su portada la imagen de un servidor con un pie de fotografía que dice “Van por ellos. Tras lanzar bombas molotov contra granaderos, los anarquistas fueron perseguidos en el Metro San Antonio Abad”. En la fotografía incluso es visible como cargo mi cámara en una mano. No responsabilizo al fotógrafo que tomó la imagen, sé que ellos no se encargan de poner los pies de foto.

Sin embargo, ampliando el término “formal” al periodismo, en un video que grabé (http://www.youtube.com/watch?v=jyhVVBldbP8) destaca cómo aparece un reportero de Radio Red gritando “¡ánimo!” al paso de policías que se introducen al Metro para realizar detenciones arbitrarias; poco después llega un compañero suyo. Quiero pensar que las palabras de aliento son para su colega y no para los policías que realizaron detenciones irregulares.

Lo criticable es que los reporteros de Radio Red permanecieron afuera, o al menos yo no vi que se introdujeran al Metro, sino que nuevamente los encontré cuando ya me traían sometido por grabar detenciones con uso excesivo de la fuerza al interior del Metro.

Lo anterior lo expongo para enfatizar que no necesariamente una identificación es garantía de ejercer un periodismo de calidad: el carnet no hace al periodista. Si bien es cierto que puede existir falta de rigor entre los periodistas de medios libres y los independientes, esto también sucede en los colegas que pertenecen a grandes empresas de comunicación.

Si bien comparto la idea de que sería importante lograr que todos los periodistas portaran acreditaciones por su seguridad, me gustaría que esto fuera por medio de organizaciones de prestigio en la defensa de la libertad de expresión y no con el visto bueno de militares o policías, como señala Ulises Castellanos que ocurrió en Chile. Además, portar una acreditación no es garantía de inmunidad, fui testigo de cómo detuvieron arbitrariamente a Estela, una integrante de medios libres, aún cuando se identificó con ella.

Por lo anterior, concluyo defendiendo mi derecho a ejercer el periodismo de forma independiente y agradezco que organizaciones como Reporteros Sin Fronteras no me haya escamoteado la profesión. Lamento además las divisiones en el gremio ante un panorama que pinta desolador en lo que resta del sexenio. Considero que las detenciones de periodistas el 1º de septiembre no son casuales pero no puedo aventurar una hipótesis hasta que tenga más elementos, los cuales de verdad espero no se presenten por el bien no sólo del periodismo sino de la sociedad mexicana en su conjunto.

Alejandro Amado Frausto.

jueves, 5 de septiembre de 2013

Relatoría de hechos sobre el 1 de septiembre de 2013.



Mi nombre es Alejandro Amado Frausto y soy un fotoperiodista independiente. El pasado domingo 1º de septiembre me encontraba documentando gráficamente la movilización que se registró en varias arterias de la Ciudad de México con motivo del Primer Informe de Gobierno de Enrique Peña Nieto.

Me incorporé a registrar los hechos en Eje Central y Arcos de Belén pasadas las 12:40 horas, posteriormente proseguí con el contingente sobre el Eje Central con dirección al sur hasta Doctor Río de la Loza, donde los manifestantes dieron vuelta a la izquierda y fueron encapsulados por un cerco policiaco que, si bien no impedía salir o entrar individualmente, no permitía el avance de los inconformes en conjunto. Esto ocurrió alrededor de las 13:00 horas.

Continué documentando sobre Río de la Loza hasta su incorporación a Fray Servando, es decir, pasando 5 de Febrero. El contingente, ya bastante nutrido con la llegada de los maestros, prosiguió sobre Fray Servando hasta topar con un contingente de uniformados.

Al llegar a las inmediaciones del Congreso de la Unión, vallas metálicas impedían el paso. Aproximadamente a las 16:00 horas se desató una persecución por parte de los granaderos, en ese momento corrí a la calle Sur 81 para capturar imágenes de los hechos, sin embargo me quedé rezagado en la esquina de Oriente 30 tomando fotos a un par de manifestantes que formaban una barricada mientras sus compañeros se introducían en las calles de la colonia que está a espaldas del Mercado de Sonora.

Me introduje por esas calles buscando obtener imágenes, pero tanto policías como manifestantes ya me habían dejado muy atrás. Caminando por esas calles salí hasta Lorenzo Bouturini y me dispuse a retirarme caminando rumbo a Tlalpan para abordar el Metro, incluso le llamé a una amiga reportera gráfica, para ver si estaba bien y para indicarle que me dirigía a su casa.

Sin embargo, a una cuadra de Tlalpan unas camionetas con granaderos me rebasan y se detienen al llegar a Tlalpan, donde se bajan varios elementos y comienzan a correr tras un grupo de jóvenes que al parecer venía de la marcha.

Al percatarme inicio la carrera para llegar a Tlalpan y tratar de documentar las detenciones. Inmediatamente al dar vuelta veo a cuatro uniformados intimidando a dos jóvenes, mujeres ambas (http://www.youtube.com/watch?v=Vgpics6y_8Y). Segundos después tomé otro video corto en donde se aprecia como un policía se lleva la mochila de una joven (http://www.youtube.com/watch?v=R4KYANn6eUg). A estas alturas ya no llevo registro de la hora, pero calculo que son alrededor de las 16:20. Segundos después grabo cómo se llevan un joven a una patrulla justo afuera de la estación del Metro San Antonio Abad, del lado de dirección Cuatro Caminos (http://www.youtube.com/watch?v=jyhVVBldbP8).

Enseguida ingreso al Metro y sigo registrando la movilización de policías que corren tras otros jóvenes, incluso en la grabación se escucha como un policía llama “hijos de puta” a las víctimas de la persecución (http://www.youtube.com/watch?v=z_2hOZPhIDI). Al final del video ya no alcanzo a captar a detalle el uso excesivo de la fuerza con que se realizan las detenciones. Enseguida grabo otro video corto donde se llevan a un joven (http://www.youtube.com/watch?v=6fhMKoB_izE).

Los anteriores videos fueron conjuntados por el5poder.org en un video subido a YouTube en la siguiente dirección: http://www.youtube.com/watch?v=YU4-BDR7axU.

Después de estas grabaciones veo como un policía se acerca a mí de forma intimidatoria, por lo que intento ingresar a un vagón antes de que cierre sus puertas. Sin embargo, los uniformados ordenan al operador abrir y los policías me dan alcance; ya sólo puedo agarrarme de un tubo del vagón del Metro y un joven intenta ayudarme. Al sentir que ya era inevitable mi detención, opté por soltar la cámara y gritar mis datos para que me localizaran después; él de forma valiente resguardo mi cámara y posteriormente subió los videos a YouTube.

La imagen de cuando me detienen fue publicada en la portada del diario Reforma en su edición impresa del 2 de septiembre con un pie de foto que no le hace honor a la verdad: “Van por ellos. Tras lanzar bombas molotov contra granaderos, los anarquistas fueron perseguidos en el Metro San Antonio Abad”.

La situación se repitió en la página 11 de la sección Nacional del diario Metro, propiedad del mismo grupo empresarial, donde aparece la misma fotografía con el pie de foto: “Luego de que lanzaran bombas molotov contra granaderos, los anarquistas fueron perseguidos hasta los andenes del Metro San Antonio Abad”.

Enseguida varios policías me llevan por la fuerza con lujo de violencia sin informarme la razón de la detención, a pesar de que les digo que soy prensa. En el transcurso del traslado a la patrulla recibo golpes en varias partes del cuerpo; aún tengo secuelas en el tobillo izquierdo, las costillas, la espinilla derecha, el hombro izquierdo, la sien del lado izquierdo y especialmente en el ojo izquierdo, pues hasta el momento tengo la vista borrosa por un puñetazo que me propinó con toda alevosía un granadero cuando ya me llevaban sometido otros compañeros suyos que me querían obligar a agachar la cabeza, acción a la que me negaba por considerarla vejatoria.

Después del golpe en el ojo les dije que ya no me resistiría a la detención y que dejaran de golpearme, además les reiteré que era periodista. Sin embargo, siguieron insultándome: “Cállate pendejo”, “Muy huevudito, ¿no?”, entre otros improperios. Continuaron golpeándome con saña hasta salir del Metro, donde ante la presencia de más periodistas dejaron de propinarme golpes. Enseguida me suben a una patrulla.

En la nota de los periódicos Metro y Reforma que menciona mí detención, la información publicada no concuerda con la fotografía de portada, pues en dicha nota se afirma que la detención se realizó afuera del Metro, como declaró el oficial Nava, quien me acusa de ultrajes a la autoridad, portación de armas para agredir y resistencia de particulares; esto queda asentado en la Averiguación Previa 816-13.

Aclaro que yo no supe qué cargos se me imputaban hasta que se tomó mi declaración, y conocí al oficial que me acusaba hasta el Ministerio Público, por lo que denuncio la falsedad de declaraciones en las que incurrió.

Una vez que me suben a la patrulla, sólo alcanzo a gritar mi nombre, que soy fotógrafo  y que estudio en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Había ya varios jóvenes en la unidad y aún subieron más, en total éramos nueve, pero minutos después trasladaron a Estela, periodista de Radio Regeneración, a Silvia Colmenero y a mí, a otra unidad.

En la otra patrulla se quedaron Gonzalo Amozurrutia Nava, Pavel Alejandro Primo Noriega (Radio Cronopios Multimedios), Christian Adrián Cortés Gasca y Daniel Alberto Pérez Segura de la Facultad de Filosofía y Letras; Juan Daniel Velázquez Peguero, estudiante de gastronomía; Estela Morales de Regeneración Radio; además de otros nombres que mi grabadora registró con bastante ruido por las circunstancias, pero lo que alcanzo a entender de los otros nombres es alguien de apellido Dávila Olivares, si no me equivoco. En ese momento se acabó la pila y ya no alcancé a registrar más nombres.

A todos nos retiraron las mochilas cuando aún estábamos juntos en la misma patrulla y se las llevaron a un camión de granaderos, a pesar de que demandábamos que se revisaran en nuestra presencia. Segundos más tarde, uniformados bajaron del camión a mostrar algunas mochilas, incluso una tenía escurriendo algo; uno de los policías afirmó que era amoniaco y se la atribuyeron a Silvia Leticia. Lo anterior me sorprendió, pues yo no vi que ninguna mochila escurriera cuando se las llevaron. Luego de eso, a Estela, a Silvia y a mí nos cambiaron de unidad, y me percaté que estábamos en San Antonio Abad.

De ahí nos llevaron al MC-2 de Magdalena Contreras en la patrulla A4-104 (o al menos eso alcanzo a recordar en un momento en el que levante la lona y vi el reflejo del número en otro auto). En el camino al MP, incluso la patrulla casi choca con un taxi al rebasarlo en una calle estrecha, por lo que los choferes se hicieron de palabras.

Al llegar al Ministerio Público, se hizo presente Humberto Amado Corona Ramírez, fiscal desconcentrado en Magdalena Contreras, quien nos preguntó porqué estábamos ahí, sin embargo, en un desplante de arrogancia dejó con la palabra en la boca a Silvia cuando ésta le contestaba. Después de un rato, en ese lugar fueron presentadas nuestras pertenencias, pero ya les habían sembrado artefactos relacionados a los disturbios. A Estela le adjudicaron una mochila que recogió de otro joven que también fue arbitrariamente detenido.

Cabe señalar que el mismo fiscal, Humberto Amado Corona, actuó con desdén hacia nuestros familiares y amigos cuando le cuestionaron la presencia de granaderos en el MP durante nuestra declaración, que sucedió más de 24 horas posteriores a nuestra detención. Considero lamentables estas actitudes al no ser propias de un servidor público.

En el transcurso que permanecimos encerrados nos entrevistaron visitadores de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal y denunciamos la violencia y arbitrariedad con que se dieron las detenciones.

En algún momento del encierro, llegó una mujer que nos quería tomar fotografías, a lo que los tres detenidos nos negamos. Además, al comentarle a la médico legista sobre mi malestar en el ojo como producto del golpe, me dijo que se trataba de la presión, sin embargo las molestias continúan hasta el momento.

Cabe destacar que los custodios actuaron de forma omisa con la salud de Silvia, quien estaba bajo prescripción médica, al negarle el suministro de los medicamentos bajo pretextos burocráticos. Además, se tardaban demasiado tiempo en hacernos llegar las cosas que nos enviaban nuestros familiares, incluso a veces no llegaban. Al salir del MP no me devolvieron mi credencial de la UNAM que solicitaron para cotejar mis datos cuando llegué al MC-2.

Ya al momento de tomarnos la declaración, la noche del 2 de septiembre, el ministerio público amago con suspender la sesión porque nuestro abogado, no le habló de usted al fiscal –lo que consideró una falta de respeto- y porque los acusados no aguantamos la risa por lo absurdo de los cargos que nos imputaban. “¿Quieres hacer esto de la forma fácil o difícil?”, le advertía el ministerio público a nuestro representante legal, indicándole que tardaríamos más en salir si continuábamos con esa actitud.

Finalmente fuimos liberados alrededor de las 4:00 horas del 3 de septiembre una vez que se cubrió el monto de nuestra libertad bajo caución, esto en medio de un impresionante despliegue de granaderos para dos periodistas, una activista y sus familiares y amigos. El proceso legal continúa en libertad.


Alejandro Amado Frausto, fotoperiodista independiente y estudiante de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Número de cuenta: 408038496.

Secretario de Seguridad Pública de Michoacán intimida a reportera

Juan Bernardo Corona Martínez cuando ostentaba el cargo de diputado en la LXIII Legislatura (Foto: Cortesía) Sixto Flores ...