Mi nombre es Alejandro Amado
Frausto y soy un fotoperiodista independiente. El pasado domingo 1º de
septiembre me encontraba documentando gráficamente la movilización que se
registró en varias arterias de la Ciudad de México con motivo del Primer
Informe de Gobierno de Enrique Peña Nieto.
Me incorporé a registrar los
hechos en Eje Central y Arcos de Belén pasadas las 12:40 horas, posteriormente
proseguí con el contingente sobre el Eje Central con dirección al sur hasta
Doctor Río de la Loza, donde los manifestantes dieron vuelta a la izquierda y
fueron encapsulados por un cerco policiaco que, si bien no impedía salir o
entrar individualmente, no permitía el avance de los inconformes en conjunto.
Esto ocurrió alrededor de las 13:00 horas.
Continué documentando sobre Río
de la Loza hasta su incorporación a Fray Servando, es decir, pasando 5 de
Febrero. El contingente, ya bastante nutrido con la llegada de los maestros,
prosiguió sobre Fray Servando hasta topar con un contingente de uniformados.
Al llegar a las inmediaciones del
Congreso de la Unión, vallas metálicas impedían el paso. Aproximadamente a las
16:00 horas se desató una persecución por parte de los granaderos, en ese momento
corrí a la calle Sur 81 para capturar imágenes de los hechos, sin embargo me
quedé rezagado en la esquina de Oriente 30 tomando fotos a un par de
manifestantes que formaban una barricada mientras sus compañeros se introducían
en las calles de la colonia que está a espaldas del Mercado de Sonora.
Me introduje por esas calles
buscando obtener imágenes, pero tanto policías como manifestantes ya me habían
dejado muy atrás. Caminando por esas calles salí hasta Lorenzo Bouturini y me
dispuse a retirarme caminando rumbo a Tlalpan para abordar el Metro, incluso le
llamé a una amiga reportera gráfica, para ver si estaba bien y para indicarle
que me dirigía a su casa.
Sin embargo, a una cuadra de
Tlalpan unas camionetas con granaderos me rebasan y se detienen al llegar a
Tlalpan, donde se bajan varios elementos y comienzan a correr tras un grupo de
jóvenes que al parecer venía de la marcha.
Al percatarme inicio la carrera
para llegar a Tlalpan y tratar de documentar las detenciones. Inmediatamente al
dar vuelta veo a cuatro uniformados intimidando a dos jóvenes, mujeres ambas (http://www.youtube.com/watch?v=Vgpics6y_8Y). Segundos después tomé
otro video corto en donde se aprecia como un policía se lleva la mochila de una
joven (http://www.youtube.com/watch?v=R4KYANn6eUg). A estas alturas ya no
llevo registro de la hora, pero calculo que son alrededor de las 16:20.
Segundos después grabo cómo se llevan un joven a una patrulla justo afuera de la estación del Metro San Antonio Abad, del lado de dirección Cuatro Caminos (http://www.youtube.com/watch?v=jyhVVBldbP8).
Enseguida ingreso al Metro y sigo
registrando la movilización de policías que corren tras otros jóvenes, incluso
en la grabación se escucha como un policía llama “hijos de puta” a las víctimas
de la persecución (http://www.youtube.com/watch?v=z_2hOZPhIDI). Al final del video ya
no alcanzo a captar a detalle el uso excesivo de la fuerza con que se realizan
las detenciones. Enseguida grabo otro video corto donde se llevan a un joven (http://www.youtube.com/watch?v=6fhMKoB_izE).
Los anteriores videos fueron
conjuntados por el5poder.org en un video subido a YouTube en la siguiente
dirección: http://www.youtube.com/watch?v=YU4-BDR7axU.
Después de estas grabaciones veo
como un policía se acerca a mí de forma intimidatoria, por lo que intento
ingresar a un vagón antes de que cierre sus puertas. Sin embargo, los
uniformados ordenan al operador abrir y los policías me dan alcance; ya sólo
puedo agarrarme de un tubo del vagón del Metro y un joven intenta ayudarme. Al
sentir que ya era inevitable mi detención, opté por soltar la cámara y gritar
mis datos para que me localizaran después; él de forma valiente resguardo mi
cámara y posteriormente subió los videos a YouTube.
La imagen de cuando me detienen
fue publicada en la portada del diario Reforma en su edición impresa del 2 de
septiembre con un pie de foto que no le hace honor a la verdad: “Van por ellos.
Tras lanzar bombas molotov contra granaderos, los anarquistas fueron
perseguidos en el Metro San Antonio Abad”.
La situación se repitió en la
página 11 de la sección Nacional del diario Metro, propiedad del mismo grupo
empresarial, donde aparece la misma fotografía con el pie de foto: “Luego de
que lanzaran bombas molotov contra granaderos, los anarquistas fueron
perseguidos hasta los andenes del Metro San Antonio Abad”.
Enseguida varios policías me
llevan por la fuerza con lujo de violencia sin informarme la razón de la
detención, a pesar de que les digo que soy prensa. En el transcurso del
traslado a la patrulla recibo golpes en varias partes del cuerpo; aún tengo
secuelas en el tobillo izquierdo, las costillas, la espinilla derecha, el
hombro izquierdo, la sien del lado izquierdo y especialmente en el ojo
izquierdo, pues hasta el momento tengo la vista borrosa por un puñetazo que me
propinó con toda alevosía un granadero cuando ya me llevaban sometido otros
compañeros suyos que me querían obligar a agachar la cabeza, acción a la que me
negaba por considerarla vejatoria.
Después del golpe en el ojo les
dije que ya no me resistiría a la detención y que dejaran de golpearme, además
les reiteré que era periodista. Sin embargo, siguieron insultándome: “Cállate
pendejo”, “Muy huevudito, ¿no?”, entre otros improperios. Continuaron
golpeándome con saña hasta salir del Metro, donde ante la presencia de más
periodistas dejaron de propinarme golpes. Enseguida me suben a una patrulla.
En la nota de los periódicos
Metro y Reforma que menciona mí detención, la información publicada no
concuerda con la fotografía de portada, pues en dicha nota se afirma que la
detención se realizó afuera del Metro, como declaró el oficial Nava, quien me
acusa de ultrajes a la autoridad, portación de armas para agredir y resistencia
de particulares; esto queda asentado en la Averiguación Previa 816-13.
Aclaro que yo no supe qué cargos
se me imputaban hasta que se tomó mi declaración, y conocí al oficial que me
acusaba hasta el Ministerio Público, por lo que denuncio la falsedad de
declaraciones en las que incurrió.
Una vez que me suben a la
patrulla, sólo alcanzo a gritar mi nombre, que soy fotógrafo y que estudio en la Facultad de Ciencias
Políticas y Sociales de la UNAM. Había ya varios jóvenes en la unidad y aún
subieron más, en total éramos nueve, pero minutos después trasladaron a Estela,
periodista de Radio Regeneración, a Silvia Colmenero y a mí, a otra unidad.
En la otra patrulla se quedaron
Gonzalo Amozurrutia Nava, Pavel Alejandro Primo Noriega (Radio Cronopios
Multimedios), Christian Adrián Cortés Gasca y Daniel Alberto Pérez Segura de la
Facultad de Filosofía y Letras; Juan Daniel Velázquez Peguero, estudiante de
gastronomía; Estela Morales de Regeneración Radio; además de otros nombres que
mi grabadora registró con bastante ruido por las circunstancias, pero lo que
alcanzo a entender de los otros nombres es alguien de apellido Dávila Olivares,
si no me equivoco. En ese momento se acabó la pila y ya no alcancé a registrar
más nombres.
A todos nos retiraron las
mochilas cuando aún estábamos juntos en la misma patrulla y se las llevaron a
un camión de granaderos, a pesar de que demandábamos que se revisaran en nuestra
presencia. Segundos más tarde, uniformados bajaron del camión a mostrar algunas
mochilas, incluso una tenía escurriendo algo; uno de los policías afirmó que
era amoniaco y se la atribuyeron a Silvia Leticia. Lo anterior me sorprendió,
pues yo no vi que ninguna mochila escurriera cuando se las llevaron. Luego de
eso, a Estela, a Silvia y a mí nos cambiaron de unidad, y me percaté que estábamos en San Antonio Abad.
De ahí nos llevaron al MC-2 de
Magdalena Contreras en la patrulla A4-104 (o al menos eso alcanzo a recordar en
un momento en el que levante la lona y vi el reflejo del número en otro auto).
En el camino al MP, incluso la patrulla casi choca con un taxi al rebasarlo en
una calle estrecha, por lo que los choferes se hicieron de palabras.
Al llegar al Ministerio Público,
se hizo presente Humberto Amado Corona Ramírez, fiscal desconcentrado en
Magdalena Contreras, quien nos preguntó porqué estábamos ahí, sin embargo, en
un desplante de arrogancia dejó con la palabra en la boca a Silvia cuando ésta
le contestaba. Después de un rato, en ese lugar fueron presentadas nuestras
pertenencias, pero ya les habían sembrado artefactos relacionados a los
disturbios. A Estela le adjudicaron una mochila que recogió de otro joven que
también fue arbitrariamente detenido.
Cabe señalar que el mismo fiscal,
Humberto Amado Corona, actuó con desdén hacia nuestros familiares y amigos
cuando le cuestionaron la presencia de granaderos en el MP durante nuestra
declaración, que sucedió más de 24 horas posteriores a nuestra detención.
Considero lamentables estas actitudes al no ser propias de un servidor público.
En el transcurso que permanecimos
encerrados nos entrevistaron visitadores de la Comisión de Derechos Humanos del
Distrito Federal y denunciamos la violencia y arbitrariedad con que se dieron
las detenciones.
En algún momento del encierro,
llegó una mujer que nos quería tomar fotografías, a lo que los tres detenidos
nos negamos. Además, al comentarle a la médico legista sobre mi malestar en el
ojo como producto del golpe, me dijo que se trataba de la presión, sin embargo
las molestias continúan hasta el momento.
Cabe destacar que los custodios
actuaron de forma omisa con la salud de Silvia, quien estaba bajo prescripción
médica, al negarle el suministro de los medicamentos bajo pretextos
burocráticos. Además, se tardaban demasiado tiempo en hacernos llegar las cosas
que nos enviaban nuestros familiares, incluso a veces no llegaban. Al salir del
MP no me devolvieron mi credencial de la UNAM que solicitaron para cotejar mis
datos cuando llegué al MC-2.
Ya al momento de tomarnos la
declaración, la noche del 2 de septiembre, el ministerio público amago con
suspender la sesión porque nuestro abogado, no le habló de usted al fiscal –lo
que consideró una falta de respeto- y porque los acusados no aguantamos la risa
por lo absurdo de los cargos que nos imputaban. “¿Quieres hacer esto de la
forma fácil o difícil?”, le advertía el ministerio público a nuestro
representante legal, indicándole que tardaríamos más en salir si continuábamos
con esa actitud.
Finalmente fuimos liberados
alrededor de las 4:00 horas del 3 de septiembre una vez que se cubrió el monto
de nuestra libertad bajo caución, esto en medio de un impresionante despliegue
de granaderos para dos periodistas, una activista y sus familiares y amigos. El
proceso legal continúa en libertad.
Alejandro Amado Frausto, fotoperiodista independiente y estudiante de
la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Número de cuenta:
408038496.
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