jueves, 16 de julio de 2015

La tragedia de Andrea: la vida tras la masacre nunca vuelve

Alejandro Amado





Andrea Márquez sobrevivió a la masacre de El Mozote en El Salvador. Era la guerra civil y las Fuerzas Armadas trajeron el inferno a tierra con la estrategia contrainsurgente de aniquilar a los civiles. 

Al menos 70 mil personas murieron en 12 años de guerra entre el Ejército y el Frente Farabundo de Liberación Nacional. En El Mozote y comunidades aledañas, la masacre de civiles llega casi al millar de personas entre 1981 y 1982. A pesar de que se le conoce como Masacre de El Mozote, en realidad se trató de una serie de agresiones contra población civil acusada de proteger a la guerrilla.

“El último aleteo de Andrea”, ejecutado y dirigido por Marisol Salinas, se presentó en el XVIII Festival Internacional de Danza Contemporánea de Morelia. Una danza de ritmos variables con un definido carácter histriónico mantuvo al borde del asiento a quienes asistieron a la presentación de la solista.

La obra no contó con escenografía, pero tuvo una iluminación atmosférica que logró llevarnos a través de la huida de Andrea y lo que pareció ser la salida resiliente al integrarse a un comando guerrillero. Andrea nunca pudo recuperar el calor de la hija perdida, ni siquiera los nueve hijos que tuvo después le devolvieron la esperanza.

La historia de Andrea sucedió en El Salvador hace 34 años pero el asesinato de civiles a manos del Estado fue una constante en las dictaduras militares latinoamericanas, la desaparición forzada otra de sus vertientes. En México no hubo una dictadura militar pero el trato hacia la guerrilla fue el mismo, los abusos con la población civil en zonas como Guerrero fueron constantes en los años setenta y ochenta: aquello era la Guerra Sucia antes de que se abaratara el término.

Pero los violaciones a derechos humanos están a la vuelta de la esquina y nos han seguido hasta el presente. Puedo nombrar al menos cinco casos mexicanos que pueden catalogarse como terrorismo de Estado: Aguas Blancas, Acteal, Tlatlaya, Ayotzinapa, Apatzingán.


La música que acompaña los movimientos y los trazos de Marisol Salinas es puntual, los efectos sonoros certeros: los helicópteros rastreando, el sonido de las hojas. El público agradeció el trabajo con largos segundos de aplausos, seguro que más de uno averiguó enseguida qué pasó en El Mozote y por qué es considerada la mayor masacre del mundo occidental contemporáneo. 

La danza de Marisol Salinas lleva al escenario de forma concreta temas como el terrorismo de Estado, la violencia desmedida de las tácticas de contrainsurgencia y las secuelas emocionales de la guerra.

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